2007-02-02

La Rutina

Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos ellos. Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con la curiosidad de saber cual era el propósito. Cuando estuvieron todos, habló el odio y dijo: “Los he reunido aquí a todos, porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien”. Los asistentes no se extrañaron mucho, pues el odio era el que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien, sin embargo, todos se preguntaban entre sí, quién era tan difícil matar para que el odio los convocara a todos. “Quiero que maten al amor”. –dijo Muchos sonrieron malévolamente, pues más de uno contenía ganas. El primer voluntario fue el mal carácter quien dijo: - Yo iré y les aseguro que en un año habrá muerto. Provocaré tal discordia y rabia que no lo aguantará. Al cabo de un año, se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del mal carácter quedaron decepcionados. - Lo siento, lo intente todo, pero cada vez que yo sembraba discordia, el amor lo superaba y salía adelante. Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la ambición, que haciendo alardes de sus poderes dijo: - En vista de que el mal carácter fracasó, iré yo, desviaré la atención del amor, hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará. Y empezó la ambición el ataque hacia su víctima quien efectivamente cayó herida, pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo. Furioso el odio por el fracaso de la ambición, envió a los celos, quienes burlones, perversos, inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar al amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el amor, confundido, lloró y pensó que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció. Año tras año, el odio seguía en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros: envió a la frialdad, al egoísmo, la indiferencia, la pobreza, la enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerzas y todo lo superaba. El odio, convencido de que el amor era invencible, les dijo a los demás. - Nada que hacer, el amor lo ha soportado todo. Llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos. De pronto, de un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido que vestía de negro con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver, su aspecto era fúnebre como el de la muerte. “Yo mataré al amor”, dijo con seguridad. Todos se preguntaban quién era ese que pretendía hacer solo lo que ninguno había podido. El odio dijo, está bien hazlo. Tan solo había pasado algún tiempo cuando el odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos, para comunicarles que, después de mucho esperar, por fin “el amor ha muerto”. Todos estaban felices y sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro habló: - Ahí les entrego está totalmente destrozado, y sin más se marchó - Espera, dijo el odio, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo despedazaste ¿y no hizo el menor intento para vivir? ¿quién eres? El sentimiento levantó por primera vez ese horrible rostro y dijo: soy la Rutina AUTOR DESCONOCIDO La rutina…mata…no dejes que te tome….no pierdas la creatividad que te fue dada en esta vida…eso hace una gran diferencia….en el vivir. Es como el agua que necesita una flor para mantenerse hermosa y seguir generando vida….